jueves, 12 de julio de 2012

Un telegrama demasiado largo para ser enviado

Una silla frente a frente a otra, una mesa de vidrio nos divide. Una botella de vodka y dos vasos vacíos. Las palabras le estorban a la conversación del silencio. Las miradas cansaron el oxigeno de aquella cocina. El calor corporal hizo sorda la lluvia externa. Su moral se diluyo entre la ebriedad. Dos rostros transformándose en ajenos. Dos cuerpos sufriendo la relativa distancia. Cuatro pies inertes por el mareo. Las ganas aumentan mientras el tiempo acaba. Se olvidaron de su pasado, de su contexto, de si mismos. Parecía que no volverían a moverse, no se plantearon volver a hacerlo. Aún siguen sin hacerlo. Nada más que miradas fijas en el otro.
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