sábado, 24 de noviembre de 2012

Ella para él, él sin ella.

Él abre la boca y su dolor choca en los lentes de ella, empañando su camino. 
Él sigue hablando, sigue hablando, muchas palabras caen pesadas al suelo, haciéndole cansado el andar.
Él no se detiene mas qué para respirar, él no se detiene y ella tiene que correr para mantenerse a su lado.
Él quiere llorar, no por ella, nunca por ella, siempre por él.
Él la observa de reojo, se da cuenta que lo sigue escuchando, él sonríe.
Él le besa el cuello hasta llegar a sus labios, para quedarse hinchado de saliva, ella se queda con labios cuarteados...

Las palabras de ella no se escuchan, se silencian por el dolor de él y entre sus palabras agónicas él se tapa las orejas, por si las dudas.
Otras palabras de él se adhieren a ella, mimetizandolas con su cuerpo, asumiéndolas propias.
Ella lo abraza, siente que le extrae el calor, intentan fundirse, él por las caderas, ella por la espalda. 
Ella le acaricia la mano, él la toma, él la toma sólo para aventarla después
Ella le ofrece su corazón pero al buscarlo, descubre que él lo tiene escondido en un bolsillo, que le da mordiscos, que casi se lo termina.
Ella lo mira fijamente, lo mira gesticular pero ya no lo escucha, ella sonríe.

Ella se va sin corazón y el no puede avanzar por el peso de su traumática palabrería.
Ella disfruta de la ligereza de sus piernas y la ausencia de su palpitar.

jueves, 8 de noviembre de 2012

El espejo no te saluda pero se despide

Una mujer de voluptuosas curvas y de carnes flácidas cierra la puerta de su cuarto, soltó la toalla de su cuerpo que tembló en oleadas rápidas, casi imperceptibles. Ahí quedó, desnuda y sola, el frío le quitó el deleite táctil que sus manos le proporcionaban en caricias... el frío y la vergüenza  que le causaba el reflejo de su cuerpo que no correspondió a sus fantasías.

Así, desnuda, sola y con frío, frente al espejo dio un suspiro y sin mucho cuidado prendió la radio.  Mete su sexo en tela de algodón teñido, encierra sus senos a dos varillas y tela sintética, abrochando el seguro por la espalda.

Ya escondido y apretados, el espejo no le era tan incomodo. Se peino, alació y acomodó su larga cabellera, humectó su cuerpo y rostro; sombreó, delineó y enchinó los ojos, un carmesí enmarcó hasta las comisuras y abrillantó sus labios. Mando un beso y se reflejo una sonrisa modesta. Desabrochó, abrió, metió,metió y subió el pantalón; introdujo sus brazos y acomodó las mangas de la playera roja: entalcó sus pies, calentándolos con un par de calcetines para guardarlos en botas cafés de piel sintética.

Terminó de acomodar y planchar con sus manos su ropa ya puesta, caminó  un poco para dirigirse al espejo, suspiró mecánicamente, como casi todo su actuar anterior. Así vestida, sola y de pie se miró y la luz que reboto a sus corneas le mandó una imagen sonriente, feliz y satisfecha, aunque se encontró seria, algo aburrida y muy desesperada, frustrada.

Tomó su mochila y la bolsa de plástico que estaba en el suelo, está ultima la abrió para meter un paraguas moteado y un abrigo viejo. Envolvió su cuello con una bufanda gruesa y de color gris.

Apagó la radio que nunca escucho, abrió la puerta, se alejó una chica de voluptuosas curvas y aprisionadas carnes, dejando a la mujer que fue cuando abrió la puerta. 

lunes, 5 de noviembre de 2012

Aprende Lucía

Cuando descubrió el poder,
el nosotros desapareció,
emergió el yo, ahogando a Lucía.

Se percato ya muy tarde, 
la grandeza individual la atrapo,
su respiración se corto,al verse desaparecer 
por una personalidad opaca
y alcanzo a mascullar, entre sus dientes transparentes.
¡Por la culpa de ustedes!

Lucía se transformo en ellos,
ajena en cuerpo propio,
se fue perdiendo al buscarse,
al buscarse en varios tú 
hasta no ser nada.

Ahí en la nada soltó el poder, 
perdiéndose el poder 
en la nada que cubría a Lucía.
Se liberó, viéndose completa de nuevo.
Disculpó con ustedes
y quedándose sin vos,  
pero,
descubrió su voz, que le dio el poder.  
Cuando descubrió el poder,
el nosotros desapareció,
emergió el yo, ahogando a Lucía...


Ciento veintitrés besos en espera 2x1

Un beso, sólo un beso, ese fluir de sabores puede significar la perdición en una pasión desenfrenada, sumirnos en el meloso arte del romance, o, una triste escena de calentura momentánea, un placer insignificante que llega al olvido tan rápido como las manos curiosas que recorrieron los pliegues de piel bajo la ropa en espera de ese semi-orgasmo opaco. Los segundos son más frecuentes, besos de pasión alcohólica que se desaparece cuando la moral empuja a la cruda, labios cuarteados sabor nicotina que te hacen más doloroso el recuerdo de aquellos que sacaron chispas, de aquellos de electrifican el cuerpo pese a su larga ausencia, pese a que quizás algunos nacieron de varios sorbos.

Me declaro culpable de esos besos sin chiste pero imprescindibles en mi vida, cansada de necesitarlos, harta de que se quede el aroma de don nadie impregnado en la piel, de convertirme en la sin nombre para tantos ajenos, con la misma emoción que despertarse un lunes, como el mismo recuerdo de la triste comida de la cafetería un día cualquiera.

Un beso, sólo un beso, de aquel que se enganche a mis labios, de aquella a la que no me de asco el calor de su aliento sino que me nutra y que antes del despegue me haga pedir más, más hasta un tiempo indefinido, entre mañana y ayer, un beso, sólo un beso que me haga explotar y al reconstruirme siga ahí, un beso, más que un beso, quiero un cuerpo y una mente que se coordine para transmitirme nuestro nada y nuestro todo entre dientes,

Decido quedarme con la ausencia de los besos ya dados, a seguir así, con la máscara que el labial encarna y que la menta diluye. Lo decido aunque mis labios se deshagan y supliquen estar entre extraños, entre el tacto fácil, entre ideas de erótica barata... a quien engaño, al primero que se cruce en mi camino le comeré los labios con vehemencia, a la segunda la haré aullar para lamerle el cuello y cada hendidura de piel rosada, así la segunda y el tercero, así el decimosexto y que mejor si son dos en una noche y que mejor si no se su nombre y sería excelente no volver a ver ese rostro que por un momento me hicieron sonreír sin ganas. 


Y mis labios se quedaran a la espera,
                                                                 envejeciendo o madurando,
                                                                 pudriéndose o renaciendo, 
                                                                 labios enviciados y vaciados.
  
Y tus labios se quedarán sin color ante la presión de no encontrarte en los míos
y nuestros labios lloraran en otros,
andaremos en caminos equivocados,
ante una suplica que no nos pertenece.

Y mis labios se quedaran absortos 
ante los errores que se juntan más allá de sus amígdalas, 
y mis labios se quedarán sin los tuyos
y tus labios extrañaran al que no conocen
y mis labios morirán secos 
                                               al no poder pronunciar tu nombre.

Tristes labios, que soportan las palabras de desgano,
tristes labios,
tristes labios... 
....tristes labios que no quedan satisfechos ante el oscuro 'cual sea'

Nuestros labios con la esperanza de juntarse aunque sea en las comisuras
donde la fantasía de encontrarnos nace moribunda.