Una mujer de voluptuosas curvas y de carnes flácidas cierra la puerta de su cuarto, soltó la toalla de su cuerpo que tembló en oleadas rápidas, casi imperceptibles. Ahí quedó, desnuda y sola, el frío le quitó el deleite táctil que sus manos le proporcionaban en caricias... el frío y la vergüenza que le causaba el reflejo de su cuerpo que no correspondió a sus fantasías.
Así, desnuda, sola y con frío, frente al espejo dio un suspiro y sin mucho cuidado prendió la radio. Mete su sexo en tela de algodón teñido, encierra sus senos a dos varillas y tela sintética, abrochando el seguro por la espalda.
Ya escondido y apretados, el espejo no le era tan incomodo. Se peino, alació y acomodó su larga cabellera, humectó su cuerpo y rostro; sombreó, delineó y enchinó los ojos, un carmesí enmarcó hasta las comisuras y abrillantó sus labios. Mando un beso y se reflejo una sonrisa modesta. Desabrochó, abrió, metió,metió y subió el pantalón; introdujo sus brazos y acomodó las mangas de la playera roja: entalcó sus pies, calentándolos con un par de calcetines para guardarlos en botas cafés de piel sintética.
Terminó de acomodar y planchar con sus manos su ropa ya puesta, caminó un poco para dirigirse al espejo, suspiró mecánicamente, como casi todo su actuar anterior. Así vestida, sola y de pie se miró y la luz que reboto a sus corneas le mandó una imagen sonriente, feliz y satisfecha, aunque se encontró seria, algo aburrida y muy desesperada, frustrada.
Tomó su mochila y la bolsa de plástico que estaba en el suelo, está ultima la abrió para meter un paraguas moteado y un abrigo viejo. Envolvió su cuello con una bufanda gruesa y de color gris.
Apagó la radio que nunca escucho, abrió la puerta, se alejó una chica de voluptuosas curvas y aprisionadas carnes, dejando a la mujer que fue cuando abrió la puerta.
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