sábado, 30 de junio de 2012

¿Me gustas?

Dónde comenzar, por las lineas de expresión prematuras, tu piel porosa que bajo cualquier circunstancia  gotea de sudor, de tu nariz prominente, carnosa, brillosa con puntos enterrados desde tu adolescencia, de la respiración interrumpida por la mezcla de mucosidad con vellos; con tu frente en crecimiento por tus enormes entradas, del cuero cabelludo seboso, de tus puntas secas y abiertas; de las ojeras que enmarcan tus ojos saltones, ocultando el astigmatismo  tras lupas gruesas y plástico oscuro, de tus orejas llenas de cerilla, con el lóbulo caído y las costras mugre detrás del cartílago, de tus dientes caóticamente marcados por tus labios delgados, de tu voz que tanto te empeñas a fingir grave, de tus gemidos, de tus estornudos, de tus gritos expulsores de saliva espesa, de tus insultos en murmullos ante la impotencia de no mentir con facilidad. 

Comenzar por tus extremidades regordetas, tu vientre flácido, de tus testículos caídos o tu pene pellejudo, de tu espalda llena de marcas, de tu sinnúmero de estrías repartidas por todo tu cuerpo: de tus pies callosos, de tus piernas flacas, de tus codos rasposos, de tus manos secas, de tus uñas largas y filosas; de tus axilas y tu bajo vientre lleno de vellos, de tus pezones del color y tamaño de una tapa de nescafe, de tus nalgas gelatinosas, casi inexistentes; de tu cuerpo lleno, lleno de de vellos largos,negros, gruesos, claro excepto en tu cabeza.


jueves, 14 de junio de 2012

Huésped silencioso al que llaman amor


Existe un ser que incuba en algunos cuerpos, tal vez en todos, quizás en ninguno.
Dicen que al romper la semilla, se incrusta en el sistema nervioso, creciendo y rodeando cada vertebra. No causa algún signo de dolor, un huésped invisible que al principio se alimenta de tus fluidos, de tu carne, de tus huesos, de cada célula, después…

Crece, se va desarrollando, aumenta de tamaño según la temporada, según tu contexto, pueden pasar años, meses, días, minutos o segundos para que logre su tamaño adulto. Cuando despierta es imparable, un tentáculo ramificado sale por tus oídos, absorbiendo para si cada onda sonora, otro tentáculo sube por tu tráquea se acomoda entre tus cuerdas vocales para llegar a tu boca se enrolla entre tus dientes y endurece tus labios, la voz se vuelve hueca.
Viaja por tus venas hacia cada rincón de tu cuerpo, se hace resistente a cualquier químico, a cualquier droga. Al llegar al cerebro se adelgaza, pequeñas fibras  decodifican tus neuronas, a la espera de tu pensamiento, a la señal eléctrica correcta para inflamar. Corrompe la mitosis a su conveniencia, hasta hacer bailar a tu conciencia.

Cuando ya es dueño de ti, tu comportamiento es  sospechosamente normal, cada movimiento es una copia exacta a la que harías, cada letra escrita sobre papel conglomeran una letra parecida a la tuya, cada tecleo en la computadora se escucha echa por tus dedos, cada decisión lleva tú nombre falso, hasta que…

Se alimenta con tu primer orgasmo, las caricias lo fortalecen, te empuja a querer, hace que tu corazón lleve más sangre, segrega endorfinas y genera mariposas digestivas, seca al huésped ajeno, el cuerpo no le basta, lo desecha para buscar a otros, así hasta descubrir que las palabras son un alimento más satisfactorio, retumban, cada ramificación viscosa, te estimula  a buscar nuevas palabras conglomeradas en frases, entre más sinceras, mejor, la adulación la enferma.

Cuando se enfrentan dos seres en diferentes cuerpos, una batalla inicia, el que gane absorberá todo lo que lleva, dejara enflaquecido a la servil ponzoña y la derrota se hará depresión en el cuerpo cautivo.

Te automatiza para que creas ser, el que no  decide hacerlo, para victimizarte, aunque la culpa es su mejor alimento, nunca desprecia la oportunidad de la delicia del autoengaño.

lunes, 4 de junio de 2012

Ojos miel

Lucha estrepitosa, empujones y codazos de señoras queriendo entrar a como de lugar al tren o solamente la mirada vacía de los que llenan el vagón, mirándote sin nada, esperando a que la puerta cierre la incomodidad.; prefiero subirme a un pesero entre la lluvia, bajarme en eje central y caminar al metro doctores.

Después de introducir mi boleto y despedir a mi amiga, saco un libro de mi bolsa, comienzo a hojearlo, camino hacia el área de mujeres. El tren llega, corro unos metros para alcanzar un vagón con espacio, se abren las puertas, me decido sin pensar, él esta ahí.

Al principio, como todo, nos vemos sin vernos, un extraño que ve a otro, cara a cara nos olvidamos, extiendo mi libro en la página 73, sigo mi lectura. Tururú, se abren las puertas en otra estación, un empujón, dos empujones, un movimiento involuntario hace que mi mano toque su brazo, incomoda, me separo deprisa y sin verlo. Siguiente estación, la escena cambia de cuerpo, aunque su movimiento se vio voluntario, sus dedos tardan en separarse; lo veo inquieta, baja la mirada disimulando, intentamos movernos ante la cercanía penosa e inconveniente, aunque cada movimiento irremediablemente hace que nos acerquemos y choquemos nuestros cuerpos. 

Tururú, tres estaciones paso ignorándolo, una vergüenza atrayente me impide voltear, siento su mirada penetrante, dolorosa que me otorga un placer a cuentagotas, ese placer de atracción  al ignorar todo, excepto los cuerpos, el metro avanza lento por las lluvias atemporales, el calor aumenta y a cada estación entre codazo y acomodo, terminamos a unos cuantos centímetros de distancia. El libro me separa de su rostro, cuando no me ve, lee un papel gastado, una publicidad de la UNAM. 

Al no sentir su mirada fija en mi lo observo su tupida barba oculta su edad, tiene una espinilla que puede pasar como lunar en la mejilla izquierda y unos ojos color miel enmarcadas por unas pestañas cortas y caídas. Voltea, volteo, desviamos la mirada, voltea, volteo, mirada fija, mirada fija, desviamos la mirada y sonrisa temblorosa. 

Me encuentro a la mitad del camino, mientras intento descifrar en que estación nos encontramos atascados, siento sus dos manos apretando mis caderas, no me sorprendo, volteo despacio y dejo la mirada perdida hacia el fondo del vagón, el sigue con sus dedos oprimiendo mi carne, se cierran las puertas y el tren avanza, lento, caótico. Me dejo ir al bamboleo de sus manos, a pequeños enfrenones, nuestras caderas chocan, su mejillas se sonrojan, sus labios se comienzan a abrir dejando ver sus dientes blancos aunque fuera de su lugar común - lindos colmillos, pensé- un sonido hueco, casi inaudible salio de su boca, con la mano derecha, la  que no sostiene mi libro aun abierto, le hago la señal de silencio. 

Una estación, dos estaciones, tres estaciones, más gente, más juntos, veo sus labios temblorosos y sudor en su frente, sus pupilas dilatadas, yo con la misma mano que lo silencie acaricio su pierna y su brazo izquierdo. El vagón se oscurece y denota la luz artificial de los focos fluorescentes. Sonrió y me separo de sus dedos engarrotados, no dice nada, me observa. Las puertas se abren y la ultima mirada opaco el color de sus ojos, ya fuera lo veo de cuerpo completo y una enorme erección nada pudorosa se despide de mi.



domingo, 3 de junio de 2012

Cerrando la primera puerta del segundo piso.

Un año que paso tan rápido, que las cicatrices no se han cerrado, mis ojos no se acostumbran a la luz, mi miopía tampoco ayuda. El tren va conmigo arriba a otra estación.
Todo fue interno, pero las repercusiones llegaron fuera, quisiera pensar que aprendí lo necesario para no repetir mis errores, quisiera pensar que no me equivoque tanto durante estos meses, me gustaría creer tome las decisiones correctas, quisiera saber que todo fue por una buena razón, quisiera. 

Durante un año me sentí fuera de foco, aún mi definición esta incompleta, durante un año fui incapaz de encontrar mi sendero, aún sigo perdida, un año donde la soberbia tuvo cuatro nombres, incluyéndome; un año donde ahogue mi confusión entre pliegues de piel, entre labios húmedos y caricias vacías, termine con más dudas. Termine con huellas nuevas en mi cuerpo, el golpe del tiempo me hizo darme cuenta de sus consecuencias, en mi y de los que están a mi alrededor, es duro saber  de la mortalidad, es difícil explicar el dolor silencioso que  me da por momentos, un pequeño chillido que sale estrepitosamente de mi boca, algunas noches. 

Pude comprobar que tanto se puede confiar en las personas, sé con gran certeza quien me acompañará al fin del mundo, espero que ellos piensen lo mismo de mi, comprobé  cuales son mis limites y sobre todo, sé ahora que los puedo romper

Me siento enlodada, me siento en pausa, me siento estatua, viendo pasar la vida.

Agradezco que este año se termine e imagino que este será un mejor año, mas le vale ¬¬.

No todo fue tan horrendo: he disfrutado experiencias deleitables, me he topado con gratas sorpresas, recuerdos que me han dado sonrisas caóticas, platicas, oraciones, palabras que ayudaron en mis decisiones, personas que debía conocer, que sin ellas no podría definirme como lo que soy ahora, también me he acercado a conocidos con una amistad tan cercana tan amorosa que desbordamos juntos destilado de alegría, otras personas se fueron o me vieron partir, música ligera que me acompaño, que me alegró, que me hicieron  seguir, "moviendo el bote", libros que me explotaron las neuronas, que me hicieron reír, que me hicieron odiar, que me hicieron conocerme.

Mi mirada a cambiado, la tonalidad de mi piel se ha concentrado, mis manos se han hecho más suaves, mis piernas más largas, mi sudor sabe diferente, mi cabello sigue asimétrico aunque esta creciendo, mi oído se ha atrofiado, mi ceguera incrementa, mi cuello esta lastimado, las crudas son peores, el cigarro se ha hecho constante, las heridas brotan más fáciles y se curan más lentamente y dejan marca. Para bien no sé, para mal no sé.

Pase lo que pase, estoy agradecida, porque tengo tiempo, porque tengo oportunidades de seguir, porque aun con todas las decepciones, al final de todo me quedan mis pasiones que son una guía hacia la cual quiero dirigirme.



El naranja sigue siendo mi color favorito 
¿Felices 21?