jueves, 11 de noviembre de 2010

...pareja

Ya no hay uñas que pueda comer hay suficiente esmalte entre mis dientes, ¡No te quites la playera! despertaras a mi contra parte, la que no se niega a sentir.


Estas sentando en la sala, yo en un pilar alado del reloj que no dejaba que pensara, me recordaba como poco  a poco la vida se consumía.


La ventana abierta hacia revolotear un vestido colgado en el perchero, lo veía bailar juguetear con el espacio, escuche tu voz que me decía: Pontelo, pero no salgas del cuarto. Te sonreí y obedecí, sabes que te haría caso aun si me pidieras matar a alguien, comenzamos el juego, destruimos el departamento, las paredes eran demasiado delgadas el ruido de guerra traspasaba a los otros pisos, pronto los vecinos vinieron a quejarse, nunca les abrimos nos quedamos en el piso desnudos abrazados y viendo el techo.


Me pare a cerrar la ventana, hacia mucho frío estaba oscuro afuera y seguían tocando la puerta. Fui ala cocina, abrí el refrigerador y como sospechaba, solo había una rama de epazote viejo y leche pasada.
Sufriendo hambre, me senté en el sofá, te observe tirado en el piso escuche tu respiración, casi ronquido, tu espalda estaba arqueada,  tus vertebras sobresalían, de una mesa. Alado del sofá tome un cigarro, busque con que encenderlo al no encontrar regrese ala cocina y prendí la estufa ya no tenias gas, el silbido de la hornilla se fue haciendo cada vez mas tenue hasta casi desaparecer, regrese al sofá con el cigarro en la boca. Me pregunte que hacia contigo, no habías acabado la carrera y eras un soñador, yo era mas terrenal y hostil tus amigos me odiaban y mis amigas te llamaban hippie, si estábamos mas de 24 horas juntos comenzaban discusiones sin base alguna, eres borracho y te gusta la marihuana en cantidades industriales, bastante flojo y tu ritmo de vida tan relajado no coincidía con el ajetreado trabajo que llevaba cada día de la semana, excepto los miércoles, nuestro día.


Te despertaste, tus brazos buscaron la figura femenina, ansiosos de un abrazo, te levantaste y me buscaste con la mirada, te diste la vuelta y cuando tus ojos se posaron en mi una sonrisa honesta y enorme surgió, sentí escalofríos, te sentaste en el piso, nos observamos largo rato, comenzaste a reír, y entre esa risa te levantaste fuiste por tu  saco de pana café, chiflaste acto seguido unos cerillos golpeaban mi cuerpo, cayendo en mis piernas, te acercaste, me besaste la frente y susurraste un te amo que fluyo por todo mi cuerpo, llenándome de energía, por fin supe por que estaba a tu lado.

"Lo que soñé pintando"

En tu cuarto, se siente frío observo tus cosas, hay una linea delgada de polvo cubriendo la parte de arriba.
Te veo en la cama, alado tu silla, tus pies.
La cama vieja a la que estas sujeto por las noches me advierte.
Tantos años en la misma silla, en la misma posición ha sacado llagas en tu cuerpo un cuerpo deformado y compactado.
La enfermedad que desde niño fue impidiendo que corrieras, para colmo autista, veía tus ojos al jugar eras feliz de caminar aunque sea con plastilina. Vi el dolor en tus gestos cuando tus manos comenzaron a fallar esas manos largas, delgadas y suaves, me encantaba tocarlas, observarlas aunque tu me aventaras no te gustaba que te tocara, solo  en mi padre confiabas.
El bocho verde te transportaba a un mundo que jamas alcanzaríamos, mi padre sufría amándote, cada vez mas cansado, cada vez mas pobre.
Por ti fui por primera vez a una galería de arte, daban refresco y pan con algo negro arriba, sabia horrible, no recuerdo tu cara, pero de seguro fue de orgullo, la exposición llevaba el nombre que tu sugeriste, lograbas  que la gente te respetara, igual que yo, no te gustaba que te vieran con lastima. Trataba de no jugar a tu lado, me veías con cierta envidia, no sabia como acercarme a ti, si lloraba tu reías, perdón por no ser la mejor hermana.
Un día tu cuello no logro sostenerse, tu movilidad disminuyo aun mas, lo que todos temían, la enfermedad avanzaba y pronto llegaría al estomago, después...
Se borro tu sonrisa, ya no decías tantas groserías en la iglesia, ya no decías tantas mentiras ni le jugabas bromas a las personas, las ganas de vivir se iban con la distrofia de tus músculos.Pronto todo empeoro comenzó a colapsar tu cuerpo deformado y compacto.
Recuerdo tanto esa noche, me dolía el estomago, estaba de malas, no quise despedirme, mi padre me obligo, de haber sabido.Mi hermana, tu gemela,acababa de regresar de la playa, le dolía el cuerpo, no sabia por que decidió dormir temprano y descansar un poco.
Era una día mas de escuela, mi hermana ya recuperada discutía conmigo, como siempre, mi padre abrió abruptamente la puerta, estaba en bata y bañado en lagrimas, gritamos, el se limito a decir: Murió en mis brazos.
La cara de mi hermana se descompuso, yo no entendía, papá nos abrazo me transmitió su tristeza, me recordó cuando me dijo que mamá ya no regresaría del hospital, llore hasta que se fue gemí y aun con mi corta edad maldije al Dios de mi abuela paterna, mi hermana me apretó de los hombros, sus ojos eran rojos llenos de agua sin posibilidad de escape, su mirada llena de ira hacia nada en especifico, su boca se abrió y salio un bajo y cortado: No llores, mi papá nos necesita fuertes.Le hice caso.
Aquí estoy en tu cuarto defrente a tu cuerpo, tu piel se torno violeta moví tu pierna, no respondiste, nunca había visto un cadáver, tenias los ojos cerrados y los labios resecos los peluches en tu cabecera también dejaron de tener vida.
Toda la noche estuvimos en un lugar de tonos blanco y negro, nos veían con tanta pena, quise ser la fuerte y sonreír, mentirle a mis sentimientos resulto fácil al menos en un principio, no fui ala escuela en una semana. Mi padre no pudo ocultar la mezcla entre alivio y tristeza.
Aun veo a mi padre hablando con mi maestro de cuarto, ver por la ventana como se alejaba sin despedirse.
Eres alguien ajeno que estuvo en mi infancia, me marcaste pero no recuerdo un día completo contigo, nuestro padre aun llora tu ausencia, ir al cementerio cada año le daba alivio, yo, no entendía que estuvieras ahí, solo veía una lapida blanca con letras doradas y así miles y miles, solo cambiaba el nombre, vi como te enterraban en ese lugar la familia aventaba flores, todos de negro, todos con caras duras. Desde ese día no me gustan los abrazos, desde ese día mi corazón se oculto para dejar de sentir.
Veo tus manos, veo tu cuerpo deformado y compacto, quiero llorar, ¿Soy una mala persona por negarte? No quiero que todos se enteren de ti, eres demasiado intimo aunque ya no te puedo ocultar. Tengo miedo, el mal esta en mi código genético, te ame, te amo pero no te extraño.





lunes, 1 de noviembre de 2010

Tuve una pesadilla.

 Tenías aprisionadas con ambas manos  las medias  sujetas a mis muslos. Era un cuarto, que lo pensaba oscuro, su baja temperatura contrastaba con el calor de nuestros cuerpos, los dos en un principio de negro sobre sabanas blancas, después carne sobre perla. Mi cuerpo te necesitaba, nunca vi tu rostro, no importa, ya me aprendí tus gestos, mis piernas con nuevas texturas abiertas, abrazándote fuerte, empujándote. Sentía tu piel blanca, dura, joven; tus piernas temblaban y tu torso intenta el ángulo adecuado para empezar la faena.
No hay sonido alguno, al menos no en mi recuerdo, es una escena muda con calibrados sentidos que me  describían sin tener que estar allí, me llenaba de la mezcla de aromas a cigarrillo, sudor y calentura que tu piel expedía; Tener el sabor de tu boca, de tu lenga un sabor a alcohol, lujuria, que se junta con mi saliva, observar como tus manos tocan repetidamente mi entrepierna y como las mías con impotencia estaban impedidas por el temor de no saber que hacer, no soy primeriza pero el tenerte tan cerca, el saber que mis lentes son empañados por  tu aliento, eriza mis vellos.
No había nadie más que nosotros, rodeados por una red humosa de las pasiones que se apoderaban  hasta consumirnos, sabía el contexto del sueño, que día era, el por que de mi vestimenta; de la falda que  durante la noche intentaste a toda costa levantar, la camisa que mostraba un pecho en el que aun rebotaban viejos gritos de amantes enterrados.
Tus movimientos que me hundían mas a la cama, el ver tus dientes ante un rugido en silencio, tus venas brotar… al cerrar los ojos para poder dar el último aliento  mientras distingo el tronar de las medias hace que me despierte asustada ¿Por qué? La confusión entra en mi, me taclea, me atraviesa, ya no se si esto fue un maravilloso sueño o el inicio del infierno.