lunes, 13 de diciembre de 2010

Crónica de un desmayo

Sentada, justo a la mitad del vagón, recargada en la puerta que no debería abrirse, leo la revista bimestral de arte que le llega a mi hermano y que a cualquier oportunidad robo por unas horas –tururu- gente sale –tururu- gente entra. Un hombre comienza el discurso – mire damita caballero, le traigo a la venta…- Distrae mi lectura, mis pensamientos comienzan a divagar entre la gente parada con aspecto de gigante a mi alrededor, me entretiene ver los tipos de zapatos que llevan e imagino a donde han ido con ellos.

Una sensación extraña cruza mi cuerpo y entre murmullos ajenos, mi boca expulsa la pregunta ¿En que estación bajo? –tururu- Ah, bajo en la siguiente, intento ponerme de pie pero el metro se detiene abruptamente haciéndeme caer sobre el chico a mi izquierda, entre ligeras risas y un disculpa camino hacia la puerta, mi reflejo se ve empañado por un “Banksy” escrito con cutter, alguien toca mi hombro - Disculpe, ¿baja a la siguiente?- doy un si con el rostro. Por fin salimos de la oscuridad para encontrarnos una gama de colores en movimiento que poco a poco comienzan a tomar forma humana, es hora de la faena de salida. Entre empujones y codazos algunas mujeres con niño en brazos hacen que mi frente toque el metal de la puerta, el metro por fin se detiene, silencio y – tururu- la cara de extraños llena mis ojos de golpe así como el aire no tan saturado llena mis pulmones acompañado con la brisa que entra  de las ventilas en el techo, la inercia ajena mueve mis pies en dirección ala salida.

El subir y bajar escaleras en el transborde hace que me imagine en un hormiguero, todos en marcha, todos pequeños. En la intersección de las dos estaciones se escucha una voz fuerte y cansada - ¡Grafico de a treees, tres pesoos!- después de unos segundos descubro a un pequeño hombre en overol azul y rojo con la mano derecha extendida hacia arriba mostrando el periódico en venta, antes de pasar al hombre de overol su boca se abre - ¡Grafico de a tres, tres pesos! Cruzamos miradas por un momento y el haciendo una mueca de tristeza gira para volver a gritar. Sigo mi camino recordando lo que olvide al salir de la casa y que hoy necesitaba con urgencia, - Rayos, un cigarro como me caería bien para calmar los nervios- pero aposte con Sandra una semana sin tabacos por un viernes de chelas gratis -¡Por que es martes!- Una voz alejada y cansada repetía – Grafico de a trees…-

Caminar, caminar y caminar. Por fin llego a la línea azul, el olor a wafles y mermelada despierta a mi estomago, me detengo a la mitad  doy media vuelta caminando hacia el extremo derecho del túnel espero dos, cinco, diez minutos y el metro aun no llega de ninguno de los dos lados, hay demasiada gente a mi alrededor, la chica a mi izquierda escucha una canción de los Beatles – She’s so heavy- susurro. Que condenada hambre tengo, no comeré hasta ver a mi papa en a las cinco de la tarde enfrente del Palacio de Bellas Artes, miro el reloj en mi muñeca, apenas las doce, muerdo mi labio busco un chicle para calmar el hambre, levanto la vista, del otro lado hay una niña de aproximadamente siente años que es regañada severamente por su madre ella me ve con los ojos llorosos le sonrió ella intenta responderme pero la madre le agarre el brazo con fuerza  arrastrándola, su llanto corta el silencio tan pesado algunos miran con compasión a la pequeña pero después de unos segundos, la compasión por uno mismo ensimisma a las personas. Tanta gente comienza a marearme asomo la cabeza para corroborar que unas pequeñas luces se vislumbran a lo lejos, el aire comienza a hacerse más ligero el tren se lleva el calor, el vértigo me hace cerrar los ojos una de mis pesadillas es caerme a las vías, respiro profundo la chica ami izquierda clava su codo en mi costilla -tururu- mis piernas vuelven a moverse por inercia hasta el fondo del vagón esta vez no puedo sentarme en el suelo, recargo mi peso sobre el tubo metálico suspiro,  siento muy caliente mi cuerpo y unos puntos brillantes llenan mis ojos, trato de distraerme imaginando como viviríamos si tuviéramos cola prensil como algunos monos, río en voz baja. Me siento muy cansada intento moverme con empujones hacia el centro del vagón, en donde no hay tanta gente, me sostengo muy fuerte, deseando una cola prensil para descansar mis brazos.

Cierro los ojos, deje de escuchar murmullos y suspiros de gente con prisa, hay un zumbido que proviene del lado derecho abro los ojos, estoy sola, demasiado sola el tren se ha dejado de mover, por las ventanas solo se ven ladrillos de color vino, la luz parpadea el vagón se ha tornado mas verde, su tamaño varia es como estar dentro de un corazón mi cuerpo suda, mis dientes chocan entre si, mis manos se sostienen de los tubos como si no quisieran caer, siento gente comprimiendo mi cuerpo pero estoy sola, absurdamente sola, jadeo, los puntos brillantes regresan a mis ojos, llenan la pantalla haciendo de un tono opaco todo lo que veía, quiero gritar pero me siento tan rígida…-Tururu, tururu, TURURU- no cesa  es cada vez mas fuerte, de mis oídos siento salir un liquido espeso, es mi cerebro, es mi alma que se derrite  escapa de este cuerpo inmóvil y enfermo, de pronto siento mi cuerpo muy pesado mis dedos se van rompiendo dejándome caer, caigo tan lento, giro mi rostro el hombre de overol azul y rojo esta  enfrente de mi aun con la mano extendida gesticula pero no lo escucho, siento su tristeza parece no notarme, le miro, mi cuerpo es cada vez mas pesado el liquido de mis oídos cae como ríos sobre el piso manchándolo de anaranjado,-Tururu, tururu- volteo abruptamente hacia el vendedor de periódicos solo que ahora es mi padre el que esta enfrente con ese overol y la mano extendida, los oídos me duelen como si salieran vidrios rotos abro la boca, se abren las puertas del vagón los ladrillos comienzan a caer ahogando a mi padre en tonalidades vino, de mi boca salen violines y bombones tocando una melodía conocida… she's so heavy