miércoles, 16 de enero de 2013

Ya no puede caminar, ya no puede caminar.

Escuche sus pasos mucho antes de que él se pudiera percatar de mi presencia. Lo vi en todo su esplendor, la luz que se filtraba por la ventana más cercana, le daba dureza a sus facciones, le engrosaba los labios y el brillo extra en sus ojos le daban una artificial atracción.

Estaba ahí parado, en el marco de la puerta, mirándome sin mirar, sentí una repentina necesidad por acercarme, por mostrarme desnuda ante él, pero el temor a lo desconocido me inmovilizo las piernas, me quede ahí, mirándolo con su sin mirar, un infinito cruce de miradas, esperando a que llegue el mensaje, cualquiera que sea.

El mensaje no llego, se metió en la habitación con una naturalidad acartonada, deshojo las ropas de su cuerpo con movimientos de reflejo, los dos estábamos en la misma habitación desnudos, mis muslos pedían abrirse a él, la sangre viajo de manera agolpada por mis venas, calentándome, a punto de ebullición.

Él notó el cambio de temperatura, sintiéndose más cómodo por aquella habitación abandonada. Lo vi caminar, balanceando su miembro, marcándole ritmo a mi corazón. De algún cajón, saco una toalla y entro al baño, dejo la puerta abierta para mi, quise pensar.

Camine en círculos, saboree el aroma de su ropa. Imagine que me acariciaba como a tantos otros que pasaron por cada rincón de su casa, imaginaba que me quería en sus bra..que me quería.

Me encontró acurrucada entre sus ropas, mire su sorpresa, su ira y su desprecio, sentí su violento caminar, lo sentí así, entre sus ropas.

El amor es de cualquiera, no de todos.

domingo, 6 de enero de 2013

Ojos que no ven, corazón que no siente

El día se vislumbraba nublado, por más que el sol luchara contra las pesadas nubes grises que se movían a parsimoniosamente en el cielo.

Isabel pasaba por una lavandería industrial, viendo hacia el cielo, con lavadoras pesadas exprimiendo toneladas de telas gruesas, con su exprimir y lavar como marco para sus oídos. Isabel tenía una fobia: el temor a que extraños la miraran a los ojos, por eso llevaba unas gafas oscuras a cualquier lado que fuera, intentaba salir siempre de día para no causar sospechas y si por alguna razón pisaba la calle de noche, fingía dolor de cabeza o se excusaba con alguna enfermedad de nombre ingenioso que causará malestar a quien le preguntara.

Siempre buscó trabajos en casa, donde pudiera desvestir su mirada. Vivía sola desde hace ocho meses, en un departamento amplio, donde la luz entraba sin reparo a cualquier rincón. Antes de esos ocho meses tuvo una pareja por dos años, la cual nunca estuvo de acuerdo con que no intentará tratar su fobia con algún especialista.

Jonas amaba a Isabel, amaba ser la única persona que la podía mirar a los ojos, mirarla por largas horas, sin que ella intentará buscar algo que impidiera el contacto cornea a cornea. Cuando estaban en casa buscaba incesantemente la mirada de Isabel y cuando estaban el calle le excitaba mentirle a extraños sobre la grave situación de su pareja o buscar entre la muchedumbre muchachas parecidas a Isabel y corroborar que ninguna tenía sus ojos o su mirar. Algunas peleas eran sobre el sexo, Isabel siempre cerraba los ojos al momento de llegar al orgasmo, lo que le impedía a Jonas ver sus pupilas dilatadas por el placer y le gritaba que era el único secreto entre los dos. Isabel incomoda buscaba sus lentes entre la riña, lo que hacia ganar cada batalla pues Jonas moriría si le perdiera la confianza visual que con tanto ahínco construyo.

Isabel disfrutaba ser observada por Jonas, que le hacía cosquillas sin tacto, que la entendía y que la mimaba comprándole unos lentes nuevos por semana, le encantaba que le siguiera el juego de mentirle a los demás, le encantaba entregarle sus ojos por entero, lo amaba...lo ama.

Jonas se fue una mañana, mientras Isabel dormía, saco sus pertenencias en una pequeña maleta anaranjada y dejo una nota en la mesita de la sala de estar, explicando que hace unas noches, cuando Isabel accedió y logró mantener abiertos los ojos durante el orgasmo, Jonas descubrió que su mirar era superficial, se encontró con una mujer frágil, enferma e insegura, se cansó de mentir y se cansó de buscarle las pupilas, de buscarse en ellas, de buscar acciones que le demostrarán que Isabel era feliz a su lado, se despidió, diciendo: "Ahora en adelante ya no buscare miradas, buscare sonidos y caricias. Te deseo encontrar a aquel o aquella que sea par en tu reflejo, no le temas a los ojos del mundo Isabel, pues no importa cuanto te cubras, el te desnuda la mirada.Hasta nunca niña de mis ojos".

Isabel comenzó a llorar y no paró por varias horas, la luz de la casa le pareció incómoda y comenzó a usar lentes todo el tiempo, afuera y adentro, sin Jonas la casa le parecía asquerosa, cada rincón le recordaba a él, a él buscando su mirar y ella feliz ocultándose, jugando a no verlo y observarlo con las manos, con los labios y con el recuerdo. No tuvo más que hacer y a las dos semanas regateó la casa, tomo un camión y busco otro lugar al cual no mirar.

Ahora esta sola, frente al computador, terminando su reporte atrasado, ahora estaba sola, esperando un paquete, estuvo sola por tres días más, hasta que el cartero tocó a su puerta avisándole que había llegado lo tan ansiado. Sostuvo la caja con miedo, cerró la puerta de su departamento, dejo sus lentes, se sentó de frente para abrir el paquete, dejando en el piso cachos desgarrados de carón pintado, unicel y plástico burbuja.

Comenzó a llorar, sonrió y se reflejó su felicidad en el espejo, lo abrazo pensando en Jonas, deseando que volviera y la viera, la viera de nuevo como ella ve su reflejo, deseó que el espejo no fuera tan frío y deseo que sus lágrimas limpiarán sus tristezas. Colgó el espejo en medio del comedor, en un pilar que sostenía la estructura edificada, lo colgó y se miró, se miró pensando que no se merecía esos ojos, se miró y sonrió. Decidió sacarse los ojos y mandárselos a Jonas, pues siempre le pertenecieron, se miró y sonrió, sabiendo que nunca haría tal cosa, que sus ojos es lo único que le recuerdan a él.

El sol, afuera, le estaba ganando la batalla a las nubes.