miércoles, 16 de enero de 2013

Ya no puede caminar, ya no puede caminar.

Escuche sus pasos mucho antes de que él se pudiera percatar de mi presencia. Lo vi en todo su esplendor, la luz que se filtraba por la ventana más cercana, le daba dureza a sus facciones, le engrosaba los labios y el brillo extra en sus ojos le daban una artificial atracción.

Estaba ahí parado, en el marco de la puerta, mirándome sin mirar, sentí una repentina necesidad por acercarme, por mostrarme desnuda ante él, pero el temor a lo desconocido me inmovilizo las piernas, me quede ahí, mirándolo con su sin mirar, un infinito cruce de miradas, esperando a que llegue el mensaje, cualquiera que sea.

El mensaje no llego, se metió en la habitación con una naturalidad acartonada, deshojo las ropas de su cuerpo con movimientos de reflejo, los dos estábamos en la misma habitación desnudos, mis muslos pedían abrirse a él, la sangre viajo de manera agolpada por mis venas, calentándome, a punto de ebullición.

Él notó el cambio de temperatura, sintiéndose más cómodo por aquella habitación abandonada. Lo vi caminar, balanceando su miembro, marcándole ritmo a mi corazón. De algún cajón, saco una toalla y entro al baño, dejo la puerta abierta para mi, quise pensar.

Camine en círculos, saboree el aroma de su ropa. Imagine que me acariciaba como a tantos otros que pasaron por cada rincón de su casa, imaginaba que me quería en sus bra..que me quería.

Me encontró acurrucada entre sus ropas, mire su sorpresa, su ira y su desprecio, sentí su violento caminar, lo sentí así, entre sus ropas.

El amor es de cualquiera, no de todos.

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