jueves, 14 de junio de 2012

Huésped silencioso al que llaman amor


Existe un ser que incuba en algunos cuerpos, tal vez en todos, quizás en ninguno.
Dicen que al romper la semilla, se incrusta en el sistema nervioso, creciendo y rodeando cada vertebra. No causa algún signo de dolor, un huésped invisible que al principio se alimenta de tus fluidos, de tu carne, de tus huesos, de cada célula, después…

Crece, se va desarrollando, aumenta de tamaño según la temporada, según tu contexto, pueden pasar años, meses, días, minutos o segundos para que logre su tamaño adulto. Cuando despierta es imparable, un tentáculo ramificado sale por tus oídos, absorbiendo para si cada onda sonora, otro tentáculo sube por tu tráquea se acomoda entre tus cuerdas vocales para llegar a tu boca se enrolla entre tus dientes y endurece tus labios, la voz se vuelve hueca.
Viaja por tus venas hacia cada rincón de tu cuerpo, se hace resistente a cualquier químico, a cualquier droga. Al llegar al cerebro se adelgaza, pequeñas fibras  decodifican tus neuronas, a la espera de tu pensamiento, a la señal eléctrica correcta para inflamar. Corrompe la mitosis a su conveniencia, hasta hacer bailar a tu conciencia.

Cuando ya es dueño de ti, tu comportamiento es  sospechosamente normal, cada movimiento es una copia exacta a la que harías, cada letra escrita sobre papel conglomeran una letra parecida a la tuya, cada tecleo en la computadora se escucha echa por tus dedos, cada decisión lleva tú nombre falso, hasta que…

Se alimenta con tu primer orgasmo, las caricias lo fortalecen, te empuja a querer, hace que tu corazón lleve más sangre, segrega endorfinas y genera mariposas digestivas, seca al huésped ajeno, el cuerpo no le basta, lo desecha para buscar a otros, así hasta descubrir que las palabras son un alimento más satisfactorio, retumban, cada ramificación viscosa, te estimula  a buscar nuevas palabras conglomeradas en frases, entre más sinceras, mejor, la adulación la enferma.

Cuando se enfrentan dos seres en diferentes cuerpos, una batalla inicia, el que gane absorberá todo lo que lleva, dejara enflaquecido a la servil ponzoña y la derrota se hará depresión en el cuerpo cautivo.

Te automatiza para que creas ser, el que no  decide hacerlo, para victimizarte, aunque la culpa es su mejor alimento, nunca desprecia la oportunidad de la delicia del autoengaño.

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