sábado, 24 de noviembre de 2012

Ella para él, él sin ella.

Él abre la boca y su dolor choca en los lentes de ella, empañando su camino. 
Él sigue hablando, sigue hablando, muchas palabras caen pesadas al suelo, haciéndole cansado el andar.
Él no se detiene mas qué para respirar, él no se detiene y ella tiene que correr para mantenerse a su lado.
Él quiere llorar, no por ella, nunca por ella, siempre por él.
Él la observa de reojo, se da cuenta que lo sigue escuchando, él sonríe.
Él le besa el cuello hasta llegar a sus labios, para quedarse hinchado de saliva, ella se queda con labios cuarteados...

Las palabras de ella no se escuchan, se silencian por el dolor de él y entre sus palabras agónicas él se tapa las orejas, por si las dudas.
Otras palabras de él se adhieren a ella, mimetizandolas con su cuerpo, asumiéndolas propias.
Ella lo abraza, siente que le extrae el calor, intentan fundirse, él por las caderas, ella por la espalda. 
Ella le acaricia la mano, él la toma, él la toma sólo para aventarla después
Ella le ofrece su corazón pero al buscarlo, descubre que él lo tiene escondido en un bolsillo, que le da mordiscos, que casi se lo termina.
Ella lo mira fijamente, lo mira gesticular pero ya no lo escucha, ella sonríe.

Ella se va sin corazón y el no puede avanzar por el peso de su traumática palabrería.
Ella disfruta de la ligereza de sus piernas y la ausencia de su palpitar.

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