lunes, 22 de agosto de 2011

La ruta diaria

Mi día comienza de la peor manera; despertándome. Una alarma asusta los mejores sueños, por unos instantes me niego a levantarme, pero, un pensamiento choca con mi berrinche – El tiempo no perdona ¡Llegaras tarde!-.

Me baño entre fríos y somnolencia, de la misma forma desayuno, si es que me da tiempo. El arreglo es sencillo, pero mis movimientos lentos hacen que al menos me tarde media hora, las normas sociales en ocasiones me obligan a pensar demasiado en mi aspecto, si, lo admito, soy una persona superficial ¿Quién no? Veo la hora… ¡Rayos!, siempre saldré tarde de mi casa.

La suerte por ahora esta de mi lado, las obras de la línea doce desvían los camiones ya sea hacía Tasqueña o hacia Zapata, aunque en esta ciudad, tengo que dejar pasar dos o tres, me niego ir como mosca en el pesero. Hace mucho perdí la  esperanza de ir sentada desde el principio, recibo pisotones, empujones o arrimones contacto humano del que a pocas personas les causa entusiasmo. La mayoría de los conductores manejan como si tuvieran bultos sin vida, ni modo, no le dices nada, después de todo tiene tu vida en sus manos. Logro sentarme al tercer intento, señoras gandayas llenas de maña me arrebatan cualquier opción. Ya con mis posaderas descansando hay tres opciones: dormir, leer o mirar por la ventana y ensimismarme.

En la mayoría de las ocasiones uso la ruta que va a tasqueña, bajo en el paradero norte, es hora de caminar; pasar entre gritos de vendedores ambulantes, entrar al metro, subir escaleras (eléctricas claro), traspasar un puente hecho de carne humana, olor a comida plastificada, volver al frío aunque la gente no acabe.

Ya en el paradero sur, agradezco que el camión a C.U. sea el segundo, pago mis tres cincuenta o cuatro pesos (según el tipo de armatoste móvil) Busco el mejor lugar, abro mi mochila, busco las copias/libro para la tarea más reciente, como casi el noventa por ciento de la gente que está en ese camión, dejo de escuchar el exterior, hasta medio camino o si va muy lento, despego mis ojos de la composición monocromática con forma rectangular, llego la hora de divagar o  volver a dormir.
El camión me deja cerca de la facultad,  si tengo que imprimir, hago escala en el internet más barato, como sucederá este  lunes,  si no, comienza de nuevo la caminata; primero para entrar a ciudad universitaria, después para  llegar a filosofía y letras, me siento a gusto; a mi alrededor hay mucha gente que camina rápido o corre por la misma razón que yo. A veces  me compro un cigarrillo o un jugo, a veces me voy por las islas, aunque el sol comience a quemar mi espalda, de cualquier manera, voy tarde, así que prefiero disfrutar la vista y mirar el cielo.

Entro a la facultad, el olor a café y tabaco llena mi sistema respiratorio, mi mente comienza a buscar el archivo donde se encuentra el número del salón en turno, me siento perdida por algunos segundos ¡Pufff! Lo encontré, miro por el reducido rectángulo tranparente de la puerta azul, jalo la perilla, si no hay empujo la puerta y…

2 comentarios:

  1. la chica en doble pupila tiene continuacion, o es solo el fragmento, me gusto¡
    saludos

    ResponderEliminar
  2. Tiene continuación, espero pronto subirlo.

    ResponderEliminar