martes, 15 de mayo de 2012

Ese no sé qué, que qué sé yo.

Siento un sudor frío recorriendo mi columna. Otra vez  comienzo a temblar a mitad de la clase, desde hace un rato ya no escucho la voz del profesor, el cual me observa con decepción por mi cínica mirada al vació, lo veo mirarme, aunque no llegaré a entender bien porque lo hace, hasta que  me encuentre en otro lado recordando el día recorrido.


Me dan estos ataques de pánico, este desconecte de la realidad cada cierto tiempo, varia según: la hora, el día de la semana, el clima, la somnolencia, el aroma, la geografía o  las imágenes y  sonidos a mi alrededor. La voz chirriante de un compañero sumado de un día muy caluroso y el olor constante a sudor ajeno lo dispara casi instantáneamente. Otras veces (muy pocas)  paso horas o días sin sentirlo, algo desconfiada al principio pero termino relajando los músculos. Al final siempre termina regresando, algo más fuerte, muchas otras casi de manera imperceptible, pero ahí está, pequeñas convulsiones internas que vienen, sospecho, de mi intestino delgado y estoy segura que no son gases, habría muerto de tanto aquejo.


¿Cómo son? No estoy segura, sé que pierdo noción del tiempo (aunque después descubro que fueron instantes relativamente cortos) pierdo sensibilidad en mis cinco lados y mis recuerdos chocan entre sí hasta toparme con algo que no-es y que anhelo que suceda. Al termino de esta extraña situación, siempre termino pensando que deje de ser, que fui suplantada por alguien con mis recuerdos y por unos instantes hay una imagen nítida, la cual pierdo con rapidez en mi subconsciente dejando una ausencia que recuerdo con frustración.


Ha dejado marca, tiene un cuerpo, un nombre, una sustancia, confío en soñar algún día con la no sé qué, atravesar el puente  y hacerlo tangible. Por ahora me quedaré encerrada en esos espasmos y esperar no implosionar al no ser acorde al qué sé yo.

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