domingo, 8 de mayo de 2011

Funesto.

De nuevo estoy contra la pared. 


De nuevo me encuentro en un rincón oscuro, castigada por mi propia torpeza, ciega y vacía.


Por momentos ingenua, por momentos rapaz, persiguiendo un cuerpo difuso, lejos, siempre lejos parece que no se mueve pero si me detengo, dejare de verlo.
Intento tras intento, de mi boca no salen palabras, solo sonidos guturales agonizantes, espaciados y secos.


Me se como una olla exprés, ignorante a lo que hay dentro, ajena, negando el calor que me consume lentamente. De vez en cuando el calor deja de ser fluido pesado y espeso, se transforma en vapor que se va expandiendo constante hasta  chocar con las paredes y empujar los bordes, no respeta sellos que aveces llamo negación, otras distracción y algunas más, derrota.


Cuando logra salir, siempre es de manera abrupta y violenta, mi cuerpo se convierte en un lugar húmedo y caliente, cada poro dispara verdades, mi boca se humedece con el poder de expresar cada sentimiento atreves de un nuevo vocabulario sin aprender pero ya sabiéndolo utilizar para sentimiento conocido aquellos tan temidos alojados entre mis piernas y otros orificios y esquinas  deseosos. La realidad pesada deshase mi ropa y mi piel hasta quedar expuesta por algunos instantes. Pero antes de poder sentir la razón entre mis ardores corpóreos, las paredes comienzan a reconstruirse, algo más gruesas, los vapores desaparecen y la temperatura baja hasta el punto donde lastima percibir la calidez ajena.


Ya reconstruida, fría, "fuerte" con vendas en los ojos con música ensordecedora entre mis oídos, la boca se obstrae, casi para desaparecer en espera de una nueva gota de cordura.


Sostengo una mirada dura en el horizonte familiar pero con tintes diferentes, cada vez más opacos, alguien a los lejos corre hacia mi, tiempo de iniciar la marcha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario