martes, 18 de diciembre de 2012

1156 (A)

Eres la razón hecha carne por la cual nunca he tenido pareja. Sólo al verte la gente comprende el porque busco relaciones nefastas, imposibles y destructivas. Eres mi constante recordatorio que me encuentro sola, que mi circunstancia es inimaginable y que vivo entre mascaras y mentiras para no entrar en el paraíso espasmódico de la locura.

No, no digas nada, cualquier palabra tuya será desbordante  cualquier acción de comprensión me hundirá más en depresión, sólo quería entender y lo he logrado. Eres a ti al que busco, tan enfermizo me parece que es la única razón plausible.

Lloro sin lagrimas, lloro a estómago quemado por el enojo de años, nací enojada, vivo en la decepción, la situación me ha golpeado el rostro que he quedado desfigurada, mi piel rasgada y entre brotes de sangre imaginaria, se retuerce pensando que alguna herida física sería mejor. Sigo, sigo caminando sin rumbo, alejándome de ti, acercándome a ti, inventando nuevos tus mucho más agradables que se destruyen ante la fragilidad de mi creatividad, lloro, lloro, lloro sin que el agua salina llene mis cuencas, lloro ante la idea de estar así, así como me encuentro, tantas lagrimas sin soltar ahogan mis pulmones.

La sed de mi cuerpo y el hambre de mi consciencia se explican desde ti, desde donde no puedo asirlas. Déjame llorar, déjame llorar, construir un puente del cual escapar, sólo quiero tranquilidad interna, sólo quiero la independencia, la decisión de abandonarte, de abandonarme, de escribir sin el tema recurrente para la evasión del trauma, déjame escribir de otra cosa, quiero pensar en otra cosa. 

Un nuevo lenguaje, con viejos significados, ya no sé que escribo o por qué, ya no sé donde estoy o si un día estuve, ya no sé de sentimientos superficiales que a los ojos de los demás serían punzantes. Para mi son somníferos. Siento, siento la nada y el silencio. Palabras hirientes entre mala sintaxis. 

Extraordinaria sensación, donde el adjetivo tiene connotaciones irritantes, arbitrarias y negativas. Soy patética ante la queja muda, ante el habla discordante y la acción descolorida...

No, no digas nada para así creer que me escuchas, para así creer que te lo he dicho, para así volverme a engañar y no entrar al paraíso espasmódico de la locura

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